lunes, 3 de diciembre de 2007

LLegan las fiestas

Diciembre es un mes extraño. Siempre nos llamó la atención la imagen que se inventaba en nuestras cabezas huecas cuando pensábamos en él. A diferencia de otros meses como Octubre, que parece un crucigrama requeteterminado, o Enero, que parece una biblioteca vacía, Diciembre cruza el torbellino de actividades y los agujeros negros. Más que un árbol de navidad (una de las costumbres cristianas más repugnantes), la imagen de Diciembre es la de la cabeza de un muchacho joven, con una precoz caída del pelo. No es un pelado (como lo sería casi todo febrero), ni obviamente un peludo. Es un mes que tiene pelo; desde lejos se ve un contorno adecuado, y dentro del mismo un relleno que no altera los sentidos. Pero cuando uno se va acercando, cuando van transcurriendo los días, uno se entera de esos agujeros que están tapados por débiles cabellos, semejantes a la piel sintética de un peluche viejo y abusado. Hay agujeros en Diciembre que se llevan todo hacia algún lugar que no sabemos dónde es: esos días entre entregas finales, entre charlas de aguinaldos y entre despedidas de colegios son días muertos, que funcionan a modo de prólogo de lo que serán los últimos días del mes. Ésos días, como los de navidad o Año Nuevo, que son la pelada concreta del joven: se levanta por la mañana a corroborar el estado de su injusticia y casi con el mismo miedo de mostrárselo a otro, se mira él mismo: desfila su mirada por la cabellera rasgada, incompleta, absurda que lo condena. Miramos los días pasar, la familia festejar, el año terminar, y no comprendemos bien qué está pasando. Entendemos bien que son fiestas, que uno brinda, conversa, se encuentra, se aburre, se ríe solo... eso se entiende. Pero no se entiende lo que está pasando en uno. Si son fiestas ¿por qué estamos abatidos? y así año tras año. Año tras año.

Sería bueno creer, como hacen los idiotas, que la causa de ese malestar es ver a la familia de nuestras parejas o (peor) a la nuestra. Sin embargo no podemos. Como una maldición, el malestar nos persigue durante esa semana de verano. Como una pérdida de cabello temprana, no podemos ocultarlo del todo, pero tampoco podemos aceptarlo del todo. Es un mes de mezcla: los últimos y peores esfuerzos, y las fiestas y las noches de verano. Es una cabeza de mezcla: el pelo joven y brilloso, y la piel gomosa y semi-pelada.

En fin, un mes jodido... ¿les parece?

10 comentarios:

Lola dijo...

Es un mes jodido, un mes demasiado largo, un fuc... mes...que ya podría ir terminando.
Perdón la onda, se va mi amor de viaje y estoy odiando al verano por eso... y perdón por el delay, culpa de lo mismo.

Saludos!

los bioy dijo...

Ya podría haber terminado; aunque no sabemos qué es peor: si ya hubiese terminado querría decir que hubiesemos estado más tiempo "vivos"... bueh, todo se arregla con una noche de amor

¿Perdón la onda? Pero por favor, muchas gracias por la onda, por el delay y por el comentario. Nos gustaría exigir 'ondas', pero gracias que nos leen (¡pero no cualquiera!)

saludos!

Unknown dijo...

Al llegar diciembre comprendemos que otro año termina y, de paso, descubrimos nuestro mortal destino.
Cordialmente,
Yo.

los bioy dijo...

... y nuestras dudas inmortales...

saludos, niño errante

Juan Manuel Bruñol Silvani dijo...

Diciembre no debería existir, el año sería más corto, las vacaciones quedarían mucho menos lejanas, no tendríamos que lidiar en mesas gigantes con familiares que nunca vemos, nadie debería quejarse por las frutas abrillantadas de un pan dulce pamela ni por los dientes perdidos por turrones de la navidad pasada.
El vitel tone y la ensalada rusa desaparecerían de los primeros días de enero y papá noel sería un desocupado más convocando a los renos con bombos en plena plaza de mayo.

Algunas cosas no se pueden cambiar y nos queda surfearlas con paciencia o, como me ha pasado en los últimos tiempos, arrancar con el brindis al mediodía y despertar pasada la media noche.

los bioy dijo...

Gracias por su rico comentario, niño espina. Estamos de acuerdo con usted, aunque algunas y algunos preferimos que Diciembre no exista, no para que el año sea más corto, sino lo contrario: para que no haya fin de año. Así la vida se movería del lugar escalonado, lineal y progresivo que tiene, a uno uniforme (toda nuestra vida transcurriría en un gran no-año), estático en apariencia, pero más real de acuerdo con la verdadera ausencia del paso del tiempo.

También nos gustaría decir que nos gustaría creer que algunas cosas no se pueden cambiar. Pero ésta sí: es cuestión de ir a los globos aerostáticos donde los obreros de la oscuridad escriben los días en los calendarios (los de Diciembre) y arremeter contra ellos. Pero bueno, eso trae mucha angustia... preferimos eso de "arrancar con el brindis al mediodía y despertar pasada la media noche"; más fácil ¿no?

saludos!

the fragile dijo...

como?! ya termina el año?! oh fuck!!!

saludos!!!

fat old sun

los bioy dijo...

así es; pero la idea es que no termine (y no empiece más) ¡así que atento fat old sun!

saludos!

Anónimo dijo...

Sólo cuando me detengo. Me alejo de esa realidad que llaman “vida” y encuentro algo inmenso, oscuro y luminoso, complejo, amargo. Por sobre todo, real. Bien, lejos de las ocupaciones pero ocupada mentalmente, los poros abiertos no por una limpieza de cutis sino porque mi cuerpo se quiere alimentar, morfa esta masa amorfa en donde cabe seguramente todo, todo, todo, todo y se nutre (mi piel elástica) y lo toco. Lo toco, soy parte, aunque sea un pequeño huececillo, y eso basta. Alcanzo algo grande y verdadero, Que No Es dios. Entonces me hundo, soy alguien que hace algo, que no hace nada. Comprendo, estoy cerca…
o apenas lo miro por una cerradura, temerosa, una puerta nos
separa
y me llaman para ir a comer (algo más desabrido), y debo dejar de espiar (sé que volveré), aprehendo apenas, que es irreal. Algo como Diciembre.

los bioy dijo...

¡Nuestras injurias, maldiciones, rencores y puteadas dirigidas a la libertad que hay en internet! Porque, aunque no nos atrae la idea de exigir una 'identidad' a quienes comentan en nuestro lamentable blog, a veces nos desesperamos por saber al menos un nombre (ficticio), una dirección de blog o ALGO. Y eso nos pasa cuando alguien comenta como usted, anónimo (anónimA, ¿verdad?); sus palabras nos entusiasman, queremos más de usted... algo más que ese anónimo... ¿dónde escribe? ¿qué hace? ¿qué es?

esperamos que nos lea y comente de esa manera cuando pueda; que nos brinde algún sitio donde leerla; algo. (debemos querer charlar).

Con respecto al interior del comentario: compartimos, creemos, ese sentimiento, creemos, casi apático, de proyección hacia 'algo más', pero sin Dios, sin hacer concretamente ninguna postura hindú, sin Creer, de manera sensible (sensible en el sentido de no-vioenta, sino espiando -que es casi-ver, y a la vez recontra-ver). Lo único que nos diferencia, quizás, es que no es sólo cuando nos detenemos (nosotr@s, los bioy, obviamente no vamos a estar halando de 'la humanidad') que ocurre; está ahí, latente como el lugar del sexo después de acabar: ya terminó su función y es allí cuando comienza la nada de la realización

saludos, anónimo, esperamos que nos lea nuevamente.