Hoy leímos a
Lola, compañera de todos los que duermen sentados y despiertan en estos mundos virtuales, indignada por la "indiferencia local folklórica local" ante la situación de los presos alojados en el penal de Santiago del Estero, a partir de la lectura del también indignado
Orson.
Hoy mismo pasamos el día pensando lo mismo, cayendo en la también popular simplificación: "en este país, a nadie le importa nada" y para no ser menos, a nosotros tampoco.
Y en ese mismo momento, en el que la radio de alguien se oye de lejos y el calor del verano que llega lento y moribundo empieza a angustiarnos, encontramos el encuentro de Lola: poco más de un minuto, filmado de una TV, imágenes de noticiero: el video que está acá abajo. Según Lola, imágenes "en silencio, sin música, como de fondo". A partir de esas tres cláusulas, a continuación, la tercera práctica de poesía de un alumno inferior.
"En silencio, sin música, como de fondo"
La primera de las premisas que caracteriza al video en cuestión, según las tres elegidas, es que está en silencio. En silencio... ¿qué querrá decir con esto, lola? Claro, en principio parece obvio: en silencio: no hay ningún sonido en el video; nadie habla, no hay ruidos, no hay ondas sonoras más que las que recorren como serpientes de esperma nuestro vacío pero sobrevalorado cerebro. "Mute" diría el idiota de mi tío. Sin embargo hay algo que nos hace sospechar: ¿puede un video estar en silencio? el sintagma preposicional (qué estudiosas las bioy) ¿no requiere un elemento (+) animado, como un humano o un perro? Formalmente sí, de modo que la autora del post, al afirmar que el video y sus imágenes están en silencio, anima (da vida) al video, haciéndolo responsable de lo que diga u omita, muestre o esconda, y además, para que pueda enfrentarlo y compararlo con los ciudadanos. Lola escribe que la falta de sonido, ese silencio, ilustra el mutismo que "nos caracteriza" (suponemos: a los argentinos); entonces, si el video tiene conciencia como para decidir estar en silencio, y a la vez es la imagen de lo que somos, podríamos concluir, de un modo muy radioheadiano (para los rockeros) o muy baudrillardiano (para los drogueros), que nosotros, los argentinos, nos comportamos como videos irresponsables. Mostramos, nos mostramos, pero en silencio, sin la voz, la única de las cualidades del cuerpo humano que no transmite ni inventa, sino que es arte. Ese arte que además es poder de denuncia es auto-censurado. Y como si todas estas consecuencias que traen las imágenes en silencio fueran pocas, la loca de Lola les atribuye un accionar más: evitar que escuchemos al periodista de turno. Así, el silencio va cubriendo todo, como una jalea espesa y maldita; ahogando cada cerradura, cada ventana, cada gota de aire que exista. En fin, el silencio se presenta como la evidencia de la conciencia del video, que a la vez se asemeja al argentino "mutista" (o el humano se asemeja al video conciente irresponsable), pero que, por otro lado, nos deja libres de la opinión interesada, recontra codificada y violada/violadora, del vocero de 26 Tv.
En segundo término, Lola menciona a las imágenes del video, como elementos sin música. Quizás a esta altura de abstracción y borrachera que tenemos, nada nos parezca muy raro, pero intentando ser serios (aunque sea chupamos bien lo que tenemos que chupar): ¿por qué habría de fijarse en la música? Está bien que los noticieros de hoy se aprovechen, también, del arte de las sirenas, pero ¿por qué sería remarcable que el noticiero filmado no tiene música? Podríamos elaborar una hipótesis de la autora (¿es, como nosotras y nosotros, adicta hasta el punto sexual, a la música?) pero no es el objetivo. Lo que podemos ver, aunque sea desde lejos, es una relación que establece la loca, entre el silencio, la imagen y la música. En vez de que sea el sonido lo que imposibilite la existencia del silencio, y por otro lado, lo que sea el complemento de lo audiovisual (sonido + imagen), Lola llena esa parte que ocupa el sonido, con música. El lugar del sonido, aquí lo tiene la música. Como si la realidad se construyese, en parte, a través de la fusión de imagen y música. No hay silencio si hay música. Y no hay sonido, sino sólo música. Ahora ¿qué relación tiene con el video? ¿por qué falta en él? Porque, si es una parte fundamental de la realidad (ya vimos que la realidad sería una combinación de música e imagen) la ausencia de la música representa la ausencia de una parte de la realidad. Estamos viendo en el video, no sólo la parte recortada por las cámaras, sino el recorte de esas partes, por la mitad. Es una realidad mutilada la que podemos ver. Una realidad incompleta; como correr sin una pierna, o tocar la guitarra sin odio, o cojer sin abrazarse.
Y por último, tenemos que el video está como de fondo. Esta, quizás, sea la afirmación que mejor hace honor al nombre completo de Lola: la locura. Y como todo loco es un sabio, vale meterse hasta el fondo de la concha, ahí donde hay otro botón para acariciar (tomaríamos los jugos de las mujeres de desayuno y los de los hombres de cena) y mirar a fondo esta idea de que el video aparece como de fondo. ¿Por qué? ¿Por qué es asombroso? ¡Porque es imposible! ¿Cómo va a estar de fondo? El video es la filmación de un noticiero, pero no está encuadrado ni nada por el estilo; nosotros vemos el noticiero. No vemos la tele que lo estaba transmitiendo, ni alguien que lo vea, ni ningún elemento que lo deje en segundo plano como para decir que está de fondo. El planteo es similar a decir que ahora, estas letras que están leyendo, están "como de fondo". ¿De fondo de qué? Como si estuviésemos siendo mirados por alguien, y lo que importara fueran nuestras manos, o el movimiento de nuestros pies, y estas letras que están leyendo estuviesen de fondo en la imagen de ese gigante, o de ese Gran hermano, o Dios, o alguna idea del infierno. Esta noción de que el video que nos muestra está como de fondo, llega hasta la médula, como una enfermedad en los huesos, un grito de un hombre internado o la imagen de mis hijos muertos. ¿Qué quiere decir que el video esté como de fondo? Hace alusión a la nada. Y la nada nos aterroriza. Es terror, es la ausencia; es lo que está pero no lo vemos bien, es lo que vemos pero sabemos que a alguien que nos ve no le interesa. Y ese alguien es el terror; el terror que tenemos nos mira y nos espera: la cárcel, la muerte, el incendio, los presos, los hombres, la carne, mi carne me mira. Nuestra carne que ahora es la de esos presos, gris y putrefacta; nuestra carne que es la de los policías; nuestra carne que es la está acostada en la tierra. Y claro, cuando vemos el video lo corroboramos: todas esas escenas infernales no están en él. En el video filmado lo que vemos son ambulancias, bomberos, más ambulancias, una máscara, algo de fuego, oscuridad y un titular. Pero los protagonistas de la noticia; los quemados, los encarcelados, los delincuentes, los violadores, los violados, no están: en el video, los presos están como de fondo. Entonces, si el video se trata de ellos, está como de fondo.
Los lanzallamas
Para terminar, llamamos a la comunidad de tres personas que nos lee, a que no se considere una acción en potencia, sino todo lo contrario. La única palabra que nos permiten decir nuestras entrañas retorcidas es desesperación. Y ante la desesperación que tienemos: rendirse, y dejarse llevar por las calderas de nuestra humanidad, los campos de odio, los cielos de fuego, los amores podridos. En fin, el mal ¿no?