viernes, 18 de mayo de 2007

Y si… no ha nacido pa’ tanguero quién no deja que por un destino no lo hagan cornudo. Sufro todo el tiempo y más cuando llueve.
Por esas pasadas de la vida es que me entero que la edad no tiene fin, que vivimos en un eterno agujero y que el sol que parece brillar no es más que un eterno reflejo del pasado, estampado en la ventanilla de un auto una tarde de invierno.
Caminando sin un mango esperanzado de encontrar asilo en la iglesia me cruzo con las chicas que salen del colegio. Ellas tan simples y despreocupadas riendo al son de los pasos que dan sin prisa apurando para tomar un trago.
Es la rima del tanguero la que me da alegría al alma, y me hace escapar de mi triste vida de empleado bancario: sellos, tinta y de vez en cuando una mirada bonita de una chica que viene a pagar sus impuestos.

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