domingo, 16 de septiembre de 2007

Lluvia sin Paz


Y como no queremos ser menos vamos a hablar de la lluvia porque no para de llover y somos humanos que todavía no la podemos controlar, ni con danzas, ni satélites, ni nada. Ella tiene la impronta de dios y el desinterés de un anarquista deprimido. Pensar que cada vez que llueve es el comentario de todos, y miramos por la ventana o nos cubrimos con paraguas y maldecimos o agradecemos. Es el signo de relatividad por excelencia, el mejor ejemplo del actuar humano. No la lluvia en sí, sino lo que produce.
Si de abstracción se refiere, ella gana, ¿qué más abstracto que una gota de agua que se deshace en el aire que cae y transforma en el color que toca?. Y esto que llamamos lluvia, que gozamos, que es sexy en una chica mojada o en un hombre sudado, esto que según algunos es el principio de todo y según otros es pura amenaza, que si se transformase en masa gigante nos aplastaría con su andar de caballería.
Cómo puede ser deprimente o fuente de alegría a la vez; no es acaso el signo de la desesperación humana en busca de refugio de sí misma, no es acaso una forma de elegante inspiración para suicidas.

2 comentarios:

Lola dijo...

Cómo puede inspirar desde tardes de sexo desenfrenado a mates hipercalóricos? Provocar una catarata de llanto con novelas de Andrea del Boca a bailes frenéticos empapados en patios propios y/o ajenos?
La lluvia es energía pura... cada uno la procesa como puede, depende del estado de ánimo... como cuando tomás de más vistesss...

este sería el lado metafísico de Lola...

p.d: "el desinterés de un anarquista deprimido"?...genial...

Juan Manuel Bruñol Silvani dijo...

Tengo que coincidir con lola, y no con el frígido de Antonio Birabent al cual la lluvia no le inspira. Que ironía, el padre compuso la Balsa.
Ahogate tony!
Mojemonós Bioy!