Ella es chica; todavía una niña. Con ojos de piedra, todavía, y un pelo que se arrolla lento, como las nubes. Tiene vergüenza de sus mejillas, no sabe hablar con sus padres, le gustan los días con sol. Una vez, en la casa de su abuela, encontró en un cajón, las historietas que tenía su tío muerto y leyó The Sandman. Su vecino la incomoda. Ella usa zapatillas, y quería escribir en el blog. Más bien aparecer. Pero, ya que tiene vergüenza, se escondió de día, y vamos a escribir nosotras y nosotros, sobre ella. No se llama Cecilia Bonelli. Tiene vergüenza de su nombre... sin embargo no es idiota. En enero decía: "...mi mamá está volviéndose loca, mis abuelos están enfermos de morbosidad, mi vecino merece que lo torturen... entonces: ¿tan ridículo es decir que David Viñas, Robert Smith, Hugo Chávez o Björk, son plata a la basura?...".
Todavía es chica; y pensaba, una mañana, en el baño de la escuela... pensaba en lo aburrido que son sus profesores-no-aburridos; esos que no son aburridos y se llevan bien con algunos alumnos -los que son aburridos-. Esos pocos, no muy lindos, inteligentes pero ocultos profesores que miran películas de Pasolini o leen a Perlongher. Y escuchan King Crimson. O Bob Dylan. "Música para sordos", le dice ella. "No importa si tocan lindo o si tocan peras: siempre todos hablan de ellos".
A ella le gusta mirar por la ventana, sin saber quién es el que pasa. Le gustaría ver, en la noche, cómo patinan, pero a esa hora se pelea con sus papás. Igual no llora; se imagina tocando la guitarra eléctrica, cantando bajito sus canciones. Y sin hombre que la acompañe. No porque la haya pasado mal. Está sola, nada más. No pasa nada... es así y no pasa nada. Hasta que se saca el jean. Y se piensa. Empieza a dejar de estar sola, y empieza a estar con ella. En la cama, panza arriba, mirando el techo con el poster con el cuerpo con la cara con pelo de Kim Gordon. Y se piensa con la mano que se esconde abajo de la bombacha. Se imagina cojida por primera vez. Qué aburrido. Prefiere seguir con la masturbación a escondidas, con miedo a que entre su hermana. Sin sacarse la ropa interior; sin gritar. Acaba y se olvida.
No sabemos cuándo lee el blog -o si lo lee-. Sabemos que quiso aparecer. Dice que no la aburrimos; Charly García, los chicos lindos, los libros con muchas hojas, la familia, la gente contenta, Patricia Walsh, los perros grandes, y muchas cosas más la aburren. Pero este blog no.
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